viernes, 23 de abril de 2010

Feliz cumpleaños...


Han pasado muchos años... demasiados, quizá... ocho, para ser exactos. 

Ocho años que explican por qué hoy, 22 de abril de 2010, me cuesta tanto esbozar una sonrisa. Algo extraño barrunta mi corazón, algo ronda mi cabeza, un abismo de tristeza me hace un nudo en el estómago, cuando miro el calendario. Hoy cumplimos ocho años... ocho años sin felicitarte... ocho años sin tí.

El séptimo año sin poder ir corriendo a despertarte, antes de que te marcharas a trabajar, y poder comerte a besos, abrazarte y decirte... ¡¡¡Feliz cumpleaños!!!

Aún recuerdo el último 22 de abril que pasé contigo... no fue el mejor, desde luego. Las señales de tu enfermedad iban haciendo estragos en tí, aunque tú intentaras fingir que todo iba bien. Aún así, lo celebramos con nuestro ánimo habitual. Nada en mi cabeza infantil de niña de 10 años, me hacía pensar que sería tu último cumpleaños. Nadie lo pensaba, en realidad. Seguramente, ni siquiera tú. Tal vez, si lo hubieramos sabido, habríamos saboreado más aquel momento y los recuerdos en mi mente serían mucho más definidos. Pero lo más seguro es que, de haber sabido que nunca volverías a cumplir años, ese día no habría sido igual. Y al fin y al cabo, ser feliz, al menos durante el poco tiempo que vivimos, es lo único que importa, aunque sea ignorando nuestro destino.

Hoy escribo por tantas bromas,por tantas caricias, sonrisas, palabras... y por aquellos bonitos recuerdos que, por desgracia, ya voy perdiendo.

Hoy escribo por todas aquellas familias afortunadas, que viven tranquilos y felices, como vivíamos nosotros, sin ser conscientes (como tampoco nosotros lo éramos) de su increíble suerte. Escribo por estos padres que tienen la oportunidad de celebrar su cumpleaños rodeado de sus hijos, de su mujer, de su familia.Y escribo por sus hijos, que consideran este hecho algo totalmente "normal" .
Y más que nunca en este día, pienso que tú nunca tuviste la oportunidad de cumplir 38 años, ni 39, ni 40...

Pero, sobretodo, hoy te escribo a tí, y te escribo para felicitarte. No sólo porque hace 45 años, que, en un día como hoy, llegaste al mundo...
Te escribo para decirte que, aunque no estés aquí, y a pesar de que suena a tópico de niña que quiere consolarse con algo que le de sentido a su vida, sé que sigues ayudándome y sigues estando presente en nuestras vidas.
En mi vida.

Porque sigo viéndote en cada paso que doy, en cada decisión, en cada día triste y, sobretodo, en cada día feliz....Sigo sintiéndote actuar a través de mis manos, de hablar a través de mis labios, de escribir a través de mis dedos...

Sé que no has podido vivir conmigo mi adolescencia... Me hubiera gustado saber qué se siente al sentirse regañada por tí en alguna de mis muchas estupideces cometidas en estos años.

Y me encantaría que conocieras mi vida de ahora... Hago todo lo que me gusta y lo hago con la gente a la que quiero. Toda mi familia se desvive por mí. Y mis amigos son increíbles. Ojalá pudiera hablarte más de ellos... pero son personas a las que hay que conocer para ser consciente de lo importantes que son para mí.  Verdaderamente, puedo decir que hay mucha gente que me quiere. Pero, a veces, desconocen lo que necesito.Y es en esos momentos cuando mi mirada reclama auxilio y mi corazón pide a gritos algo que nadie puede darme.

Es entonces cuando más te echo de menos.

No creo que exista nunca una persona que pueda llenar el vacío que tú me dejaste... Aún así, puedo seguir fingiendo ser fuerte, como tú me dijiste, como tú lo fuiste... Aunque en mi interior siga luchando contra mí misma y contra mi debilidad. Puedo seguir tirando de los demás, con la cabeza alta, sin mirar atrás. Pero necesito que alguien tire de mí. Y ese alguien, eres tú.

Puedes pedirme que siga caminando hacia delante, pero lo que no puedes pedirme es que sonría en este día. Porque hoy... HOY es tu cumpleaños, y mis ansias por abrazarte, por hablarte, por besarte, me devuelve aquella sensación de dolor insoportable, cuando fui consciente de que NUNCA volvería hacerlo. Perdóname, si, en ocasiones, mi ajetreada vida cotidiana hace que me olvide de tí. Pero debes saber que SIEMPRE has estado y estarás presente en mi corazón. Y que tu cumpleaños siempre seguirá marcado en mi calendario. Aunque ya no pueda regalarte ninguna camisa, ni ningún dibujo, ni ningún bolígrafo.
Solo unas palabras viejas, rotas y doloridas de alguien que te quiere mucho... y que te echa mucho, mucho de menos...
Feliz Cumpleaños, papá.