miércoles, 5 de mayo de 2010

La muñeca de la cajita de música


Había una vez, hace algún tiempo, en un pequeño pueblecito austriaco, una niña a la que le encantaba bailar. Su mayor sueño era poder actuar en los escenarios más lujosos y famosos del mundo y que su talento fuera reconocido y admirado por todos. Sin embargo, era muy pobre y su familia no podía permitirse pagarle una academia. Trabajaba como bailarina en un circo, para ganarse la vida y ayudar a su familia, pero esto a ella no le hacía feliz.

Un día, en una de sus funciones, un joven rico y poderoso del lugar, se fijó en la muchacha y se enamoró de ella. Este hombre era perverso y se decía que dominaba la magia negra. Pero prometió a la niña pagarle unos estudios de danza si se casaba con él y ella, tan desesperada y deseosa estaba por bailar, que aceptó. Así fue como la niña, con 15 años, se encontró casada con aquel hombre, que cumplió su promesa, y le consiguió una plaza en una prestigiosa academia de baile.  Después de algunos años de mucho esfuerzo y dedicación, la niña cumplió su sueño. Se convirtió en una de las bailarinas más conocidas y admiradas del planeta. Bailó en todos los grandes escenarios: Moscú, París, Milán, Viena... trabajó en las mejores compañías y con los mejores coreógrafos y su fama se extendió por todo el mundo... era, sin duda, todo cuanto ella había deseado.

Pero un día, esta niña inocente y soñadora, se convirtió en una persona egoísta y vanidosa. La fama la cegó. Solo era capaz de amarse a sí misma. Odiaba y criticaba a todo aquel que no la adorase y admirase. Pensó que ya no necesitaba a nada ni a nadie para ser feliz, así que olvidó a su familia y apartó a sus amigos. Se convirtió en una joven tan irritable que perdió a todas las personas que la habían querido, y quedó totalmente sola. Cuando vio que sus ganancias eran suficientes como para ser totalmente independiente, abandonó también a su marido. Pero éste, al que tanto le había costado conquistar el amor de la joven, no estaba dispuesto a dejarla ir tan fácilmente. Le insistió y le suplicó que no lo dejara, pero la niña ansiaba la libertad y no le escuchó. El hombre, sumido en un ataque de celos y de impotencia, decidió utilizar su magia para aplicarle un castigo ejemplar: la convirtió en muñeca y la condenó a una existencia triste y desoladora en el interior de una cajita de música. Sólo le concedió una pequeña tregua: podía salir de la caja todas las noches de luna llena, para que, desde su mesilla de noche, el brujo pudiera seguir contemplando a aquella muchacha a la que él tanto amaba.

Pues bien...esa muñeca... esa niña... soy yo. Yo soy aquella joven codiciosa, castigada por su vanidad, a un brutal y atroz destino. Yo soy aquella muchacha que cumplió su sueño y perdió todo por ambicionar demasiado.

Yo soy la muñeca prisionera.

Mi corazón, antes joven y vivo, está ahora triste, viejo y cansado. Mi único consuelo son estas noches de luna llena en las que, como hoy, escapo de la caja y bailo bajo luz de las estrellas... para recordar viejos tiempos...
Sin embargo, al ponerse el sol, volveré a mi cárcel, a mi condena.... a dar vueltas y vueltas en una cajita de música... donde seguiré bailando...durante toda la eternidad....

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