sábado, 22 de enero de 2011
El sueño de una noche de verano...
Suena...
Y en aquel momento, las dos mirando las estrellas, en ese instante mágico que selló nuestra amistad para siempre, yo la miré a los ojos y le dije: "Quiero contarte algo" Ella me sonrió, con esa expresión mágica que tiene en la cara, con esa mirada que te hace sentir seguridad. "Puedes contarme lo que quieras" me dijo. Yo sabía que nunca me fallaría. Y empezé a hablarle. Le conté todo lo que me inquietaba, todo lo que me había pasado en la vida, todo lo que había sufrido, todo lo que significaba ella para mí y todo lo que necesitaba. Y conforme iba avanzando la conversación, su sonrisa se le fue borrando de la cara y sus brillantes ojos se fueron empañando poco a poco. De pronto, una lágrima calló sobre su rostro. Y me callé. No quería hacerla sufrir. Era lo último que intentaría en el mundo.
-No te sientas mal. No era mi intención, lo siento
Y ella, con los ojos llorosos, volvió a sonreir
-No te preocupes, no lloro por pena, ni por lástima, sino por admiración. Te admiro cariño. Eres mi ángel de la guarda, mi salvación. Sin tí, perdería el rumbo. Pero ahora sé exactamente hacia donde tengo que ir... hacia tí. Promete que nunca me abandonarás.
-Nunca te dejaré sola. Te vendrás conmigo a hacer teatro, a mi pueblo. Te presentaré a mis amigos. Y formarás parte de mi vida y yo de la tuya. Estaremos siempre juntas.
Desde aquel momento, la vidas de las dos cambiaron. Ella abandonó antiguas amistades, conoció a otro tipo de gente, más parecida a ella, con sus aficiones, sus ambiciones, su misma forma de ver la vida. Buscó nuevos horizontes, nuevas metas, el teatro, la música... Y yo... yo empezé a sentirme importante para alguien, como nunca me había sentido. Y eso es algo que siempre tendré que agradecer a esa noche, a esa conversación, a esa persona y a ese verano.
Pues bien, esa persona, esa amiga, hoy cumple 17 años. Y yo, en esta noche fría de enero en la que la soledad me alcanza y me empaña la imaginación, no encontraba palabras para agradecerle todo lo que ha echo por mí estos últimos meses. La compañía, la confianza, los consejos, la ayuda incondicional... El hacerme sentir, por una vez, especial, distinta, valorada. Ver cómo alguien que no está acostumbrada a que la ayuden, te agradece sinceramente cuando lo haces. Contemplar orgullosa como un consejo tuyo no es pasado por alto como un comentario más, sino que hay al menos una persona a la que le parece importante tu opinión.
Por eso, he rescatado del baúl de mis recuerdos, ese sueño de una noche de verano bajo las estrellas, tumbadas en el césped, el mundo moviéndose a nuestro alrededor, y nosotras dos cogidas de la mano, riéndonos de todo y abriendo nuestros corazones a la sinceridad, al dejarse ayudar, a los nuevos horizontes y al nacimiento de una gran amistad.
Gracias por todo, Araceli. Ojalá el mundo estuviese poblado de personas como tú. Feliz cumpleaños. :)
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He tenido de suerte de llegaros a conocer, felicidades, a las dos, una por cumplir y a otra por escribir.
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