Voy a buscar en los sueños la respuesta a lo que siento.
La realidad se contamina, se ensucia por la influencia del ser humano.
Sin embargo, en lo más profundo de mí, existe un lugar donde no puedo mentir. Y una persona a la que no puedo engañar: a mí misma.
No me mires así. No me reproches nada.
Estoy cansada de ser una máquina de complacer a los demás.
Me miro y me encuentro
Doblegada a tus ojos
Apresada en tu cuello
Asustada por tus palabras
Loca por tu locura
Y llorando sola por las esquinas de mi maltrecho corazón.
Cuando me busques, sabes que no me encontrarás. Porque ya no estaré. Me habré marchado a las estrellas a contemplar otros planetas. A navegar por otras aguas. A mirar por otros ojos. A erizar otros cabellos.
Lo intentamos. Lo intenté. No se pudo.
Ya no importa. Perdimos a la mitad la lucha. Antes incluso de empezar la guerra.
Atrás quedan aquellas tardes, aquellas noches, aquellas mágicas lunas.
Sabes que no me gustan las despedidas.
Por eso esto no será un adiós.
Será más bien una bienvenida.
Al olvido. A la tranquilidad. A la soledad.
A una vida más triste, pero más sana.
Bienvenida a un sufrimiento, tal vez duradero, tal vez pasajero.
Sólo me queda soñar. Soñar en la imposibilidad de encontrar otros sentidos. Otra mirada. Otro corazón. Caminar cogida de otra mano. Y hacia otro horizonte.
Sube de nuevo la luz de la luna y se escucha el aullido de un lobo... en la más profunda oscuridad de la eterna y cruel noche.
Ahora toca mirar hacia la brillante luz del sol. Porque, al fin y al cabo, los sueños son deseos... Deseos de cosas imposibles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario